Desde su fundación el 4 de octubre de 1948, bajo el Decreto N 45 del Gobierno de Honduras, la Escuela para Ciegos Pilar Salinas ha sido un faro de esperanza y superación para personas con discapacidad visual en Honduras. Este noble proyecto, impulsado por la inquebrantable María del Pilar Salinas, nació con la visión de proporcionar educación y rehabilitación a aquellos que, como ella, enfrentaban el reto de la ceguera. La escuela lleva con orgullo el nombre de su fundadora, quien, a pesar de perder la vista a los 19 años, no se dejó vencer por las adversidades y decidió dedicar su vida a la educación de niños y niñas con discapacidad visual.

María del Pilar Salinas, nacida el 16 de febrero de 1914 en Tegucigalpa, transformó su propia discapacidad en el motor para ayudar a otros. Con el apoyo de pioneras en la educación especial como las profesoras Soila Padilla, Olga Padilla, y el Dr. Francisco Morales, así como el respaldo del gobierno hondureño, Pilar Salinas inauguró la escuela con solo tres estudiantes. Hoy, la institución se ha expandido significativamente, ofreciendo sus servicios en 16 departamentos del país y brindando atención no solo a niños con discapacidad visual, sino también a aquellos con discapacidades asociadas y sordoceguera, así como a jóvenes y adultos que han adquirido su discapacidad visual en la vida adulta.

La misión de la Escuela para Ciegos Pilar Salinas es clara: proporcionar una educación gratuita y de calidad que promueva la autonomía y el desarrollo integral de sus estudiantes. Desde sus humildes comienzos, la escuela ha logrado formar a profesionales exitosos en diversas áreas del conocimiento. Demostrando así, que la discapacidad visual no es ni será nunca una barrera para alcanzar los sueños.

La labor de Pilar Salinas ha sido reconocida a nivel nacional e internacional, recibiendo numerosos galardones y el apoyo de diversas instituciones. En 1959 recibió la Orden del Quetzal del gobierno de Guatemala por su obra con las personas con discapacidad visual, al colaborar en la fundación de la escuela para Ciegos Santa Lucía en ese país. También recibió del gobierno de Honduras la Orden de José Cecilio del Valle. Estos , son testamentos de su impacto global. A pesar de su fallecimiento en 2005, el legado de Pilar Salinas perdura y su visión sigue iluminando el camino para muchas personas.

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